Recuerdo el día en que me preguntaste
Por qué gusto yo de escribir poesía.
Diría que, humano, siento gran empatía
Con desfavorecidos, y así mi voz colmada
Con sus quejas a sordos oídos llegaría.
Pero el mentir no es cosa de mi agrado;
No es lo social mi causa de escritura.
Prefiero entretejerme entre las soldaduras
De lo antiguo y lo nuevo, un encuentro perfecto
Entre los “garcilasos” y la poesía pura.
Hoy, que la información llega a agobiarnos,
Insensibles somos, nada nos exalta.
Confieso mis pecados, admito las mis faltas.
Yo, que aprendí de Julio Alonso las bondades
De palabras rimadas, de palabras bien altas
De los “gongoristas” y “quevedianos”.
Esas son las rimas que quiero mías,
A sílabas contadas, ca es grant maestría,
No solo por tratar los temas elevados,
También por las acciones que vemos día a día.
¿Y cómo escribir esto que hoy invoco?
¿Espero a la musa como un amigo?
Jamás fui iluminado, yo la busco y le digo
Qué veo cuando la miro, qué siento si la escucho,
Y es esto, lo que siento, lo que a ella le escribo.
“Tú, áurea presencia en rosas bañada”,
Me incitan sus ojos, y eso le canto.
Y al alma de leyentes una semilla planto,
El germen de buscar a mis rimas sentido
Y hacer suyas y propias las causas de mi llanto.
Pero, di, ¿de qué estábamos hablando?
¿De por qué escribo yo poesía ahora?
No lo sé, solo soy ese joven que explora
Mares ya conocidos, y embargado de gozo
Se ríe cuando goza, y cuando goza llora.
¿Por qué escribo poesía? Dímelo tú.
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