miércoles, 21 de marzo de 2012

Soneto XII

Va por ti.

No hay poesía más bella que tus ojos,
ardiente luz de sempiterna lumbre,
poderosa razón de mansedumbre
que ata, en el suelo, fitos mis hinojos.

No hay poesía, dueña de mis congojos,
que raspe de mi corazón la herrumbre
y dé mi alma muerta a la muchedumbre
convertida en la mies de los rastrojos.

No hay poesía más bella que tu cuerpo,
templo inmortal de infinitas virtudes,
semilla, sal y fruto de mi huerto.

Rebana de cuajo mis solitudes,
el poeta abandonado quede muerto
para darte todas mis gratitudes.

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