jueves, 22 de marzo de 2012

Soneto XIII

Maldigo el sudor que danza en tu cuello,
ruin surcador de tu cuerpo desnudo,
belleza pura a que en sueños acudo,
sutil corona de cuerpo tan bello.

Maldigo las hebras de tu cabello,
enzarzada hiedra en tu piel y escudo
frente a mis dedos, que hacen de mí mudo
testigo de tu huida en un destello.

Maldigo mi suerte, aurora insolente,
verdugo final de mi alma, la luna,
ángel armada con fuego candente.

Rocío el sudor la noche inclemente,
cabello tu voz, que suave me acuna;
y muerto ando yo, vacío y silente.

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